domingo, 18 de octubre de 2009

REVISIÓN CRÍTICA DEL CINE ESPAÑOL XI

Mónadas (III)

La hija del penal (Eduardo García Maroto, 1935)

SINOPSIS: El castillo-prisión de Pedralejo dispone de director, celador-jefe, médico, cura y treinta y dos funcionarios para vigilar a un solitario recluso. Al caer gravemente enfermo el preso, la plantilla del penal se asusta, puesto que si el detenido muere, el castillo será vendido en subasta y los funcionarios, jubilados con una quinta parte de su sueldo. Mientras esto acontece llegan al pueblo dos hermanos, Lina y Austregisilio,un empleado del Ministerio de justicia con vacaciones retribuidas, para acompañar a su hermana, que no goza de buena salud y cuyo médico le ha recomendado los aires y la tranquilidad de Pedralejo.El hijo del cacique del lugar, Marco Antonio, que ve llegar a la joven, alardea que será su próxima conquista ante sus amigos. Esa noche, al mismo tiempo que muere el preso, Marco Antonio trepa a la habitación de Lina con ánimo de seducir a la atractiva joven. Autresgisilio, que duerme en la habitación contigua oye los gritos de su hermana y aucde en su ayuda. Persigue e insluta al ardoroso Marco Antonio, que salta desde el balcón a la calle. Poco después se halla el cadáver de Marco Antonio y Austregisilio es acusado de su muerte, ante la satisfacción de la plantilla del penal. Todos atienden al mismo preso. Su celda se transforma en un cuidado y confortable apartamento, se le dedican mimos especiales, se le agasaja con fiestas y los funcionarios hacen rigurosos turnos para distraerle con juegos y conversaciones. El preso, empalagado del trato que recibe, pide su traslado a otra prisión. La alarma vuelve a cundir entre la plantilla. Pero Ana, la hija del director, enamorada del recluso, propone como solución engatusarlo y casarse con él para retenerle. salvadas las reticencias del padre y realizada la conquista, se celebra la boda, con el regocijo de todos los funcionarios. Pero el mismo día de la fiesta nupcial, llega un inoportuno telegrama al penal: Austresgisilio es inocente y debe ser puesto en libertad de inmediato, el castillo se subastará y los trabajadores serán jubilados. Sin embargo, Austresgisilio reserva una sorpresa: compra el castillo por siete mil pesetas y lo convierte en un hotel-balneario, conservando íntegra la plantilla de trabajadores.

Otra película desaparecida. Otra película con guión de Mihura. Es decir, otra muestra de lo que estuvo muy cerca de ser el cine español: una fuente alocada de humor inteligentísimo y popular (que no populachero, aunque no sé muy bien porque hago esta distinción). Y si tenemos en cuenta que el director era Eduardo García Maroto, un verdadero hombre de cine (cámara, reporter, montador, sonidista, actor, metteur-en-scene) el resultado parecía estar muy cerca de la gloriosa hilaridad.

Pero la película, que fue extraordinariamente exitosa en su estreno, (para muestra un boton) no se conserva. Otra orfandad que echarse a la espalda. Sólo nos queda la sinopsis, su guión publicado, una decena de reseñas, un cierto aura de leyenda. Leyenda como la que dice que la cola por verla llegaba desde el Palacio de la Música de Madrid, hasta la misma Puerta del Sol. Quien sabe de geografía sabe que esa leyenda es mentira, pero quien sabe un poco de cine sabe que películas como aquélla son las que ahora harían falta.