domingo, 15 de junio de 2008

Langlois, siempre Langlois



Pienso que todas las Historias del Cine (y todas las historias de cine) deberían comenzar trazando la biografía de Henri Langlois. Sin Langlois no hubiesen existido Godard o Truffaut, Wenders o Jarmush. Pero tampoco hubiesen existido Murnau o Feuillade, Tod Browning o Abel Gance. Langlois dio vida a celuloide caduco. Supongo que un visionario también es aquél que sabe mirar al pasado, hacerlo presente. Langlois nos enseñó a mirar desde la sala de una cinemateca que nunca hemos pisado.

Si me dan a elegir entre Lumiere o Melies, yo lo tengo claro: yo quiero ser Langlois, pero sin sobrepeso.