lunes, 19 de abril de 2010

REVISIÓN CRÍTICA DEL CINE ESPAÑOL XXVIII

A estas alturas de la película, uno cree ver claro que una de las causas del inmovilismo del cine español, es la escasez de apoyos que los otros agentes de la institución cine dan a las películas personales. Hablando claro, hablo de que son pocas las salas (y los distribuidores) que apuestan, (han apostado o apostarán) por un cine marcadamente radical (a la contra casi de los tópicos y de la standarización).

Una de las pocas excepciones que hay en todo el país es La Enana Marrón, la mítica sala madrileña. Si uno se mete en la programación que ha realizado en su trayectoria, te entra un ligero vértigo y una sensación de gratitud tan cándida, que te hace pensar (ingenuamente) que el cambio de mentalidad respecto al cine es posible.

Lo dicho vale para el cine hecho en cualquier rincón del mundo. Y también para este rincón que compartimos. Este mes es un buen ejemplo de ello: por una parte el ciclo Productos Ibéricos Inauditos, con los largometrajes Bolboreta, Mariposa, Papallona, de Pablo García, El barrio de las islas de Daniel García-Pablos, La eternidad de Jean Castejón Gilabert, El brau blau, de Daniel Villamediana, En el camino de Esmirna, de Pere Albero y El somni, de Christophe Farnarier.

Asimismo, hay una retrospectiva de Claudio Zulián, residente en Barcelona y autor del ingenioso A través del Carmel, y otro ciclo con los últimos trabajos de Antoni Pinent.

Desde ese pequeño rincón de resistencia, autogestionado y entusiasta, La Enana Marrón (y David Reznack), nos enseñan cuál es el modo de actuar para cambiar el estado de las cosas, en el cine de este país: una guerra de guerrillas que apueste por el otro cine, el distinto, el raro. ¿El bueno?

En un granero (solitario)



(La noticia que paso a comentar apareció en diversos medios escritos la pasada semana. El texto que yo escribo es pues el resultado de la lectura de varias notas de prensa)

Esta historia empieza en 2006 en la esquina oscura de un granero abandonado de New Hampshire a punto de ser demolido. Allí, entre mantas, un bulto extraño que resulta ser un viejísimo proyector de cine. Y junto al cacharro, varias cintas de película de nitrato llenas de polvo.

Resulta que entre las películas del granero estaba una filmación de 30 minutos (two-reel) de 1913 titulada When Lincoln paid ('Cuando Lincoln pagó'), obra de Francis Ford, listada en las historias del cine de la época pero perdida para la eternidad. Película que llevaba 97 años perdida.

El hallazgo pronto contó con el entusiasmode Tag Gallagher (el máximo especialista en la obra de John Ford, además de coleccionista cinematográfico), y fue restaurado por la George Eastman House y el National Film Preservation Foundation.

La película, que cuenta la historia de la madre de un soldado confederado que viaja hasta Washington para intercambiar opiniones con Abraham Lincoln, pertenece a una serie de ocho filmes que Francis Ford rodó y protagonizó con Lincoln como protagonista y que, hasta ahora, no estaban disponibles en ninguna filmoteca del mundo. Todos los filmes de la serie sobre Lincoln fueron escritos por William Clifford.

Entre las películas desaparecidas están The Heart of Lincoln (1915), The Toll of War (1913), and The Battle of the Bull Run (1913).

Francis Ford fue el hermano mayor de John Ford. Y aunque no tuvo el éxito ni los Oscar –ni, añadiriía yo, la capacidad de hacer que el claroscuro mito americano fuese carne- de John, Francis fue un director prolífico, con 480 películas rodadas entre 1909 y 1928. También trabajó como actor (a veces en películas de su hermano, hasta el año 53.

Mañana día 20, el Keen State College presentará el hallazgo, convenientemente restaurado, limpio de las briznas del viejo granero de New Hampshire.

Aquí unos fragmentos de las películas: