martes, 21 de abril de 2009

Sobre la crítica (II)

Hablar de la crítica está de moda. Que si ha muerto, que si se transforma, que si internet, que si los blogs, que si un ciclo de ponencias en Estoril, que si Cahiers-España edita una serie de reflexiones sobre el oficio...

El otro día en Internet encontré un foro donde hablaban de la crítica de cine en España. Y decían que Carlos Aguilar era el peor crítico de cine de España. Y desde aquí he de mostrar mi más profundo desacuerdo.

Para empezar, en España no existe crítica de cine. Hay unos pocos, dos, tres. El resto de los que se hacen llamar críticos son enamorados de los cultural studies, que prefieren citar a Barthes antes que ver una película de, pongamos por caso, Jose Giovanni. Hay un artículo de Basilio Martín Patino muy revelador al respecto. En respuesta a una crítica elogiosa de Domenec Font a su película "Canciones para después de una guerra", el director no tiene más remedio que confesar: "Yo he estudiado Filosofía y Letras, pero sinceramente, no sé qué quiere decir este hombre..."

Carlos Aguilar no es un crítico; es un historiador. Un divulgador. Y su oficio como historiador-divulgador es inmaculado. Ha hecho justo lo que se supone que debe hace un historiador de cine; descubrir joyas, cuestionar cánones, dar luz sobre periodos oscuros, crear pasadizos que unan corrientes quizá remotas. Reivindicar autores ocultos por juicios inexactos e inclementes.

Juzguemos a Carlos Aguilar como historiador, no como crítico. Llamar a las cosas por su nombre es la mejor forma de hacer las cosas bien. Si hubiese más historiadores como él, el cines español no adolecería de esa pedigüeña falta de amor propio que lo lastra. Entre las cosas que me gustaría aprender de él, está la de mirar con ojos sin prejuicios la historia de nuestro cine. Y a partir de ahí, aprender a hacer películas...

viernes, 3 de abril de 2009

Sobre la crítica


"Hay ocasiones en que al crítico le es especialmente difícil comentar la obra de un artista. Podemos seguir el proceso que ha seguido, mostrar las transformaciones, descubrir las constantes, pero el resultado final, la obra tiene siempre algo de inalcanzable. En el fondo, la tarea del crítico, diferente a la del historiador, que puede aferrarse a datos y hechos concretos, es imposible. Es por eso quizás tan atractiva, y todos acabamos siendo más o menos críticos, y ojalá comencemos siéndolo ante nosotros mismos. Esta dificultad es superior cuando la obra del artista se ha desnudado de todo aquello que no es esencial. No tenemos entonces asideros, y la dificultad se da desde el principio. Entonces es cuando la crítica, para hacerse posible, debe ceñirse más a la obra y crear, al mismo tiempo, un discurso paralelo que pueda lograr, metafóricamente, el infinito que es la obra de arte"

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Es bueno que, de la obra de un artista, conozcamos su manera de proceder, la solidez de su composición, las peculiaridades de su color, la fuerza de su pasión, la vibración de la sensibilidad, el impulso que da vida a estos factores y elementos, el horizonte al cual apunta los limites que trata de transgredir -función primordial del arte-, incluso su trayectoria, y que descubrimos los que logros conseguidos. Pero todo eso, tanto el espectador como el historiador y sobre todo el crítico, deben olvidarse cuando se encuentren delante de la obra, para dejarse empapar por la emoción"

JOSÉ CORREDOR-MATHEOS

(De “Salvador Alibau: una pintura esencial” en “Alibau, Obra i Técnica de la fibra de cel·lulosa”, Arola Editores, 2000. Original en catalán)