Hablar de la crítica está de moda. Que si ha muerto, que si se transforma, que si internet, que si los blogs, que si un ciclo de ponencias en Estoril, que si Cahiers-España edita una serie de reflexiones sobre el oficio...
El otro día en Internet encontré un foro donde hablaban de la crítica de cine en España. Y decían que Carlos Aguilar era el peor crítico de cine de España. Y desde aquí he de mostrar mi más profundo desacuerdo.
Para empezar, en España no existe crítica de cine. Hay unos pocos, dos, tres. El resto de los que se hacen llamar críticos son enamorados de los cultural studies, que prefieren citar a Barthes antes que ver una película de, pongamos por caso, Jose Giovanni. Hay un artículo de Basilio Martín Patino muy revelador al respecto. En respuesta a una crítica elogiosa de Domenec Font a su película "Canciones para después de una guerra", el director no tiene más remedio que confesar: "Yo he estudiado Filosofía y Letras, pero sinceramente, no sé qué quiere decir este hombre..."
Carlos Aguilar no es un crítico; es un historiador. Un divulgador. Y su oficio como historiador-divulgador es inmaculado. Ha hecho justo lo que se supone que debe hace un historiador de cine; descubrir joyas, cuestionar cánones, dar luz sobre periodos oscuros, crear pasadizos que unan corrientes quizá remotas. Reivindicar autores ocultos por juicios inexactos e inclementes.
Juzguemos a Carlos Aguilar como historiador, no como crítico. Llamar a las cosas por su nombre es la mejor forma de hacer las cosas bien. Si hubiese más historiadores como él, el cines español no adolecería de esa pedigüeña falta de amor propio que lo lastra. Entre las cosas que me gustaría aprender de él, está la de mirar con ojos sin prejuicios la historia de nuestro cine. Y a partir de ahí, aprender a hacer películas...
3 comentarios:
Completamente de acuerdo, Luis. Y sobre la anécdota de Patino-Font, creo que la palabra en cuestión era "forclusión". Domènec se había entusiasmado hasta el extremo de sacar a relucir el término y, con mucha gracia, Patino recogió el guante. A mi amigo Dani le encanta esta anécdota.
Por otro lado, ¿conoces el diccionario de películas de Jacques Lourcelles? Altamente recomendable. Por ejemplo la entrada de "Al final de la escapada" (que el gran crítico macmahonista considera algo así como la primera venida del Anticristo). Lo encuentras en francés en esas bibliotacas que tú frecuentas (no ha sido traducido).
Tiene gracia, ayer descubri ese diccionario, aunque limité su uso a ver si habia alguna pelicula de Guru Dutt, la habia, y qué decia de las peliculas dirigidas por Paul Newman...
Por cierto, he descubierto también que el critico de cine francés contemporaneo mas interesante y desquiciante, en la misma linea macmahoniana de Lourcelles,que pasa por considerar Les disparus de Saint Agil superior a Zero de conduite, Skorecki, amigo del liceo de Daney,que dejo hace un par de años Liberation (donde tiene un texto magnifico sobre Sed de mal que comienza por "no olvidar que Welles fue siempre un cineasta postumo...") tiene un blog donde parece que solo habla de Bob Dylan...
Estoy absolutamente en desacuerdo sobre cómo se utiliza aquí la etiqueta cultural studies, además citando a Barthes (¿Qué pasa con Gramsci, Stuart Hall o Bourdieau?). Diría más bien que la crítica de este país sigue perdida en una suerte de teoría del autor incapaz de ir más allá del propio canon que se ven obligados a promover y cuestionar en pro de la propia supervivencia de su discurso... Lastimosamente los cultural studies no han sido ni aplicados ni bien entendidos... Y yo, al menos, no encuentro ningún análisis fílmico que ofrezca perspectivas que situen las películas en un entramado social, político y económico (es decir cultural) que es lo que, creo, que intentan hacer los estudios culturales
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