Las listas (I)
Estoy obsesionado desde hace tiempo con recuperar para el cine español una cierta tradición (quien dice tradición bien puede decir identidad, y quien dice identidad bien puede decir mirar hacia atrás sin vergüenza). Creo que el cine español no sólo es que tenga interesantísimas películas sobre las que echar la vista, sino que, además, es un objeto de estudio fascinante, por su búsqueda constante de lo popular, por sus pequeñas rupturas no permitidas, por su historia política, por su persistencia en el sainete como forma de expresión. Y por muchas más cosas, qué duda cabe.
He hablado muchas veces, delante de gente que me permite estas divagaciones, de la necesidad de establecer un nuevo canon del cine español. Es necesario que la gente mire sin tantos prejuicios el cine español. Y sobre todo, que los propios profesionales no se avergüencen del Aparato Cinematográfico (por decirlo a la manera de mi querida Marta Hernández) al que, lo quieran o no, pertenecen. Es un tópico (horrible) escuchar a un director decir: "la gente que ha visto la película me ha dicho que no parece española". Como si eso significara algo. O lo que es peor, como si eso significara algo bueno.
La forma de dignificar ese "nuestro cine" no es difícil. Consiste en reivindicar películas que nunca lo han sido, y en promover que se vuelvan a ver, sin anteojos. Hacer una nueva Antología de películas (maravilloso y necesario el libro de Pérez Perucha, que ninguna institución quiere reeditar) y ponerlas a disposición de nuevos públicos.
Para mí, está claro que esta iniciativa tiene que partir de las instituciones, y que el Instituto Cervantes debería gastarse unos cuartos en sacar nuevas copias (y, por qué no, también restaurarlas) y proyectar el ciclo en sus sedes, y en cinematecas de todo el mundo. (En vez de eso hizo una exposición, "El cine español, una crónica visual". Pero... ¿cómo se puede reivindicar una cinematografía sin ver las películas?... ¿A ciegas?... Exactamente como hacen los que denigran a esa misma cinematografía).
Está claro que la Academia debería apostar por esto, quizá ella más que nadie. Podrían empezar por reeditar el Diccionario del Cine, que coordinó Borau, y después promover este ciclo.
Está claro que las Filmotecas podrían facilitar la apertura de sus fondos para que investigadores pudiesen iluminar periodos de nuestra historia. Pero no, las Filmotecas se comportan como custodias celosas del patrimonio fílmico. Sin embargo,no será con ellas contra quien cargue mi ira. Al fin y al cabo, son ellas las únicas que hacen algo, con sus ciclos de directores (desde Serrano de Osma a Jordi Feliu) y las única que, de vez en cuando, editan algún libro luminoso.
Está claro que TVE podría volver a proyectar los grandes títulos (aunque sea a horas intempestivas). Que vuelva "La noche del cine español", de la que sentimos nostalgia los que no vimos el programa.
Está claro que unos por otros, la casa sin barrer.
2 comentarios:
Lo que le falta al cine español contemporaneo son hungaros.
"Austrohúngaros", precisemos.
Manuel A., "Tijereta".
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