viernes, 9 de mayo de 2008

Entrevistas de nuestro tiempo



En el Babelia del sábado pasado, Jordi Costa escribió un buen artículo sobre la serie "Cineastes de notre temps" con motivo de la edición en DVD de algunos episodios por Intermedio. Con el mismo motivo Daniel Villamediana escribió un artículo hace algunas semanas en el suplemento “Cultura(s)” de La Vanguardia y Manuel Asín hizo lo propio en el número de Blogs and Docs de junio del 2007. A este último remito a quien quiera hacerse una idea de la filosofía y las circunstancias de la serie.

Siempre me ha apasionado (hasta el punto de querer copiarle a toda costa) el proyecto de Labarthe de dar la palabra a los cineastas y, sobre todo, de dársela a través de su medio, a través de la imagen. Y así crear vínculos, parentescos, cánones e interpretaciones nuevas. Crear mirada mostrando una mirada, por decirlo de una forma quizá petulante. Lo que a mí me parece más importante de esta serie es el hecho de ser un empeño generacional, paralelo a la reivindicación de algunos viejos directores de Hollywood por parte de Cahiers, un empeño de crear un árbol genealógico del que formar parte. Pero sin embargo, había algo que en lo que la cámara ganaba a la revista, y era su capacidad de decir lo que no cabe entre líneas, de mostrar el fuerte acento español de Buñuel o la botella de whisky con que John Ford se curaba los catarros. Lo cual podía ser más elocuente que los propios testimonios. Entre el homenaje y el análisis teórico, esta serie propone otra forma de pensar el cine y de pensar la relación con la tradición cinematográfica de la que se ha bebido. Es demasiado fácil trazar la línea que une esta serie con las “Historie(s) du cinema” de Godard, pero no hay que olvidar que ambas iniciativas son fruto del matrimonio pagano que unió a Henri Langlois con André Bazin.

Estas reflexiones coinciden con el hecho de que me estoy sacando las entrevistas de “A fondo”, el programa de Joaquín Soler Serrano, de la biblioteca de la facultad. “A fondo” es el mejor inventario de lo que era la cultura hispánica en los años 70. Gracias a ella escuchamos a Cortázar y a Mercedes Rodoreda, a José Donoso y a Néstor Almendros, a Rafael Alberti y a Victoria Kent. Gracias a esta serie descubro la simpatía de Atahualpa Yupanqui o cómo Giménez Caballero es un gran experto en mear fuera del tiesto creyéndose además caballo ganador. He disfrutado con estas entrevistas, pues son la única oportunidad que se me ha brindado para saber que esos nombres propios que tanto he admirado existieron y que nadie me puede decir lo contrario. Es por ello que me pongo extraordinariamente alegre cuando encuentro en Youtube una entrevista a Clarice Lispector poco antes de morir o un ajuste de cuenta de Valentín González, el Campesino, con su pasado.

Y es por ello que me ha dado por pensar en la extraordinaria (y obvia, ya lo sé) capacidad que tiene el cine para dejar testimonio. Y como no existe la objetividad y cada encuadre es una opinión, el único testimonio que se puede dar es el de la propia subjetividad. Y nada mejor que la entrevista para ello.

Y también me ha dado por pensar que ahora que todos tenemos una cámara y que las cintas mini DV se venden en los supermercados y no necesitan revelado, deberíamos ir corriendo a registrar a nuestros mayores o a nuestros coetáneos. Quién sabe, a lo mejor es lícito decir que en estos tiempos tan llenos de imágenes hace falta volver a la palabra. Quizá también lo sea decir que la entrevista es una fuente histórica en sí misma. Pero quizá lo verdaderamente cierto es que no tenemos excusas para no guardar testimonios de tantas palabras (de tantas historias) dignas de no perecer.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

curiosa com a continuação. e obrigada pela entrevista da clarice lispector. c. salgueiro

Anónimo dijo...

Gracias por esta noticia, campeón.
Te llevo a mi blog.

Y de nuevo, feliz cumpleaños.

Bremaneur dijo...

Los testimonios orales, mucho mejor si son videograbaciones, son imprescindibles para conocer la intrahistoria de cualquier comunidad. Hace pocos días murió Diego Galán, que dedicó parte de su vida a recoger romances por los desolados pueblos castellanos. Juaristi habla algo al respecto en sus memorias. Como el interés era puramente filológico estos romances han quedado registrados únicamente por escrito. Ignoro quién guardará las grabaciones sonoras. Imagínense que en lugar de en un magnetófono los testimonios orales de esos viejecitos hubiesen quedado grabados en vídeo. Ver sus caras, sus ropas y sus casas como trasfondo de los romances viejos.

De la serie A fondo, qué decir. Pensar que en los años 80 una persona en España había de tragarse entera esa entrevista maravillosa a Cortázar, alargada sin las prisas por cortar para que se emita publicidad o que empiece el siguiente programa es algo que me maravilla. Durante esos años se emitieron programas que demuestran que se puede hacer una televisión diferente, de muchísima calidad. Luis, ¿en la biblioteca tienen toda la serie de A fondo o sólo los DVD de Editrama? Estos últimos son una pequeña selección de los cientos de entrevistas que se emitieron. Hay algunas magníficas que no han sido editadas, de momento. A Cellini, a Indro Montanelli, a varios premios Nobel de medicina, de física... Todas estas entrevistas están recogidas en Vhs y creo que hay algunas bibliotecas que las tienen disponibles.

El presentador era muy limitado en las entrevistas, pero la concepción del programa le hace merecedor de mi respeto y mi admiración.