Hoy se ha publicado en El País, una noticia que hace feliz a
todos aquellos que creen que la memoria de un país es el motor de su progreso.
Se titulaba "El Guernica que apareció en el Rastro", y cuenta el hallazgo por
parte de un periodista de una copia mecanoescrita y original de las memorias
inéditas del fotógrafo y escritor (y falangista de primera hora, y renegado del
franquismo) Antonio Calvache.
La noticia es pródiga en datos y en informaciones, y traza
un certero y atractivo retrato del fotógrafo. Sin embargo, se pasa por alto su
condición de cineasta. Lo cual es lógico, porque de las películas que realizó (5
largos y dos cortos) sólo se conserva la banda de imagen del documental El
derrumbamiento del ejército rojo y el documental propagandístico España ante el
mundo. El resto (los largometrajes La chica del gato [1927], Los vencedores de la muerte [1927]
y Boy [1940] y el corto El resurgir de
España [1929]) es humo. Pero por mucho humo que sea, no hay que dejar de mencionarlo, de tenerlo en
cuenta, de reflexionar sobre ello para el perfil completo del personaje. De
hecho, hay un perfil accesible en internet donde le definen como un
gran director de cine:
“En cuanto a Antonio Calvache, director de la época muda de
Los vencedores de la muerte, obre un argumento de Alberto Insúa, y de La chica
del gato, adaptación de la comedia de Arniches, creemos sinceramente que hay en
él un realizador capaz de ganar muchas batallas para la mayor gloria del cine
español.
Posee, además de un fino temperamento artístico, tres
condiciones preciadísimas: entusiasmo, elegancia de expresión y buen criterio
cinematográfico.
Sus películas mudas nos lo descubrieron, a pesar de la
limitación de medios naturales con que fueron realizadas.
Había en ellas un buen gusto, una distinción artística que
no existía en el cine de entonces, por la sencilla razón de que todo él estaba
en manos de comerciantes sin la menor inquietud de arte en sus cerebros. Y
Antonio Calvache es, sobre todo, un artista.”
HERNÁNDEZ GIRBAL, Florentino, "3 nuevos directores", en Florentino Hernández Girbal y la defensa del cine español
En este sentido, la figura de Calvache me recuerda a la de
Antonio de Obregón. Como Calvache, Obregón fue falangista, y como él tuvo
una trayectoria previa alejada del cine (fotógrafo uno, escritor de vanguardia
el otro). En la entrada dedicada a Obregón del Diccionario de las vanguardias en España de Juan
Manuel Bonet, se dice que su labor en el cine se limitó a la
Guerra Civil, “donde trabajó en tareas de propaganda, dentro del apartado de
cinematografía”. Sin embargo Antonio de Obregón fue un cineasta vocacional y
volcado en su trabajo, y su carrera de cineasta duró hasta los años cincuenta.
El cronista Fernando Méndez-Leite von Haffe le dedicó buenos
elogios. En el caso de Obregón se conservan varias de sus películas (La batalla
del Ebro, Tarjeta de visita, La esfinge Maragata, Hace cien años, Mi vida en
tus manos) si bien incompletas. A Tarjeta de visita, por ejemplo, le faltan
veintiséis minutos, lo que hace la trama incomprensible. Pero algo es algo. Si la
filmografía de Calvache es humo, la de Obregón son ruinas.
Creo que ha llegado el momento en que nos demos cuenta de
que no se puede escribir la historia del cine sólo desde lo que se conserva.
Hay que señalar las lagunas, el humo y las ruinas, tan frecuentes por otra
parte en el cine español. Sólo así entenderemos mejor las cosas.
Sólo queda esperar ahora que se editen pronto esas memorias de Calvache, y se
hagan accesibles por fin. Será una batalla ganada al tiempo y al olvido, que
es otra de las tareas de la historiografía.