domingo, 6 de diciembre de 2009

Las cintas perdidas de la movida


(El diario Público se está convirtiendo en el gran valedor de la memoria, además de en mi periódico de referencia. No sólo por sus colecciones de libros, o por sus artículos sobre Memoria Histórica, sino porque entre sus redactores hay algún aficionado a los desvanes y a las noticias que contienen las palabras "hallazgos" y "archivos". Son muchas las grandes noticias que me ha dado este periódico. La última, publicada hoy 6 de diciembre. )

LAS CINTAS PERDIDAS DE LA MOVIDA

ELENA CABRERA - MADRID - 06/12/2009 08:00

Hubo un tiempo en el que grabar un disco costaba muchos millones de pesetas. Ese dinero iba a parar al estudio de grabación, al productor, al ingeniero, al técnico, al ayudante; a pagar las comidas, las cenas, los imprevistos. El grupo llegaba al estudio atemorizado por la discográfica, con el disco memorizado e impresionado por una mesa de tres metros de largo forrada de botones inexplicables. El músico se encierra en la pecera y toca la guitarra. De lo demás se desentiende.

Este cuento de hadas parece de otra época: entre los daños colaterales de la crisis de la industria discográfica está la clausura de estudios de grabación. En uno de esos cierres, 350 cintas cubiertas de polvo y sin etiquetar podrían haberse tirado a la basura si alguien no se hubiera preocupado de darle al play. El ingeniero de sonido Ángel Álvarez, conocido como Ángel Algarz, compró un magnetófono de saldo de un estudio y unas cintas de bobina que escondían un tesoro: grabaciones perdidas y sin clasificar de grupos de los ochenta, sobre todo de la movida madrileña. Inéditos, directos y tomas alternativas de canciones muy populares, como Branquias bajo el agua, de Derribos Arias, podrían haberse perdido para siempre.

Otros grupos identificados en las cintas son Esclarecidos, Kaka de Luxe y los Zombies, el grupo de Bernardo Bonezzi, del que se guardan "unas demos de 1979" diferentes a las que conocemos.

Cómo este material ha visto finalmente la luz también tiene algo de cuento. Antes de la crisis, Ángel se dedicaba a montar estudios. Ahora se dedica a desmontarlos. El pasado verano, le encargaron desmantelar los legendarios estudios Track, uno de los últimos grandes. Una enorme mesa de 48 canales y dos toneladas de peso presidía la estancia principal. Cuando la instalaron, tuvieron que derribar una pared para luego volverla a levantar. Para los dueños, destrozar el inmueble no era la mejor opción antes de abandonar el local, por lo que Algarz fue llamado para desmontar la mesa por piezas. Allí fue donde tuvo la oportunidad de comprar el magnetofón y las cintas.

"Algunas estaban etiquetadas y otras no y resulta que ahí hay demos de prácticamente todo el mundo", dice. Se refiere a lo más granado de la movida y la nueva ola ochentera. "Hay grabaciones en directo, de muchas procedencias, y hay material de Décima Víctima y de Derribos Arias". El hallazgo vendría a ser como el de la maleta mexicana de negativos del fotógrafo Robert Capa, que permite acceder al material original e incluso inédito. "La cinta de Derribos Arias tiene mala calidad, pero aún así yo la editaría", explica mientras le da al play y comienza a sonar la voz de Poch en una versión nunca oída de Branquias bajo el agua. Es emocionante escuchar esa voz delirante cantando la letra con una melodía diferente a la que conocemos. Por encima de la música se escucha un zumbido que el técnico aclara que se puede eliminar. En otras ocasione la cinta gime y parece que se fuera a romper. "Yo no tengo prisa por deshacerme de estas cintas, pero sí por digitalizarlas, porque algunas están en muy mal estado. Ese tintineo que se escucha es debido a que las cintas estaban llenas de humedad. Esta de Derribos Arias es una grabación doméstica hecha sobre una vieja cinta de la época, comprada en los años sesenta. Esto se grabó en los ochenta, así que ha sido reciclada un millón de veces".

También entre el material rescatado de la banda se encuentra un tema titulado Derribos Arias, cuya versión original duraba diez minutos, pero que en la grabación encontrada se alarga hasta los 25. Un descarte de la discográfica que en un disco de vinilo no hubiera podido editarse pero que hoy es una joya para los coleccionistas y fans del grupo.

Las cintas halladas podrían haber pertenecido a Alejo Alberdi, miembro de Derribos Arias, no ha tenido oportunidad de escuchar esa grabación, aunque cree que "la original pudo sacarse de un corta y pega de esta" aunque si ya le "cuesta escuchar la del disco" no sabe si podría "con esa suite de 25 minutos".

El sello Munster se ha ganado el cielo para muchos aficionados a la música, gracias a sus intachables reediciones de discos imposibles de encontrar. Íñigo Munster, su director, ya planea editar algo de este tesoro oculto, aunque confiesa que todavía "está todo en fase embrionaria". Íñigo está en conversaciones con Alberdi para estudiar una edición en vinilo porque "no creo en el CD: es un formato obsoleto. Pondríamos las canciones en Internet en MP3 para el dominio público, y que la gente deje la voluntad. No tiene ningún sentido intentar proteger eso".

Alejo y su compañero de grupo Juan Verdera están reuniendo todo el material inédito de Derribos que pueden encontrar. El futuro disco "desmentirá totalmente la fama de grupo desastre que teníamos, porque hay cosas muy potentes y muy bien tocadas", dice.

Munster podría poner parte del material gratis en Internet

Íñigo valora la aparición de estas cintas como "muy interesante" ya que, en el caso de Derribos Arias, es un material "muy primario", que serviría para "dar perspectiva". "El problema con España es que no hacemos como en otros países: cuando ellos hacen una edición definitiva, se preocupan de añadirle inéditos, tomas alternativas y rarezas que enriquecen mucho el disco", explica el jefe de Munster.

Ángel muestra la caja de una cinta con un Post-it pegado que dice "Hombres G, 4 pistas, Rockola". Se trata de un directo grabado en esa sala a principios de los ochenta. Debajo hay otra, que corresponde a un máster perdido del primer disco de un grupo de folk, cuya discográfica tuvo que pasar de vinilo a CD para poder reeditarlo, mermando notablemente el sonido. Si esa cinta no hubiera sido recuperada 40 años después, la calidad original de ese disco se habría perdido para siempre. Debido a la diversidad de procedencias, el técnico piensa que estas cintas pudieran haber pertenecido en el pasado a "un coleccionista privado".

Décima Víctima editó sólo dos discos y algunos maxis pero fueron el mejor representante español de la ola fría que invadió Inglaterra tras el punk. Hacían una música elegante de letras inquietantes. Sus discos, en cambio, sonaban muy mal a pesar de contar con la producción de Paco Trinidad, productor omnisciente de la música española en los años ochenta. El sello Munster editará el año que viene una caja recuperando toda la discografía de Décima Víctima en tres discos de vinilo. Para el tercero de ellos se planea la inclusión de algún inédito recobrado.

Carlos Entrena, cantante de Décima Víctima, ha intentado escuchar esa cinta pero no lo ha conseguido porque no le gusta oírse con la voz sin efectos, "mi voz suena a parroquia". Rastreando el origen de esa grabación, él cree que se trata de una demo grabada en el garaje de unos familiares de Paco Trinidad, con el grupo tocando todos a la vez. Esta demo se realizó, según explica Trinidad, para "mostrar a la discográfica que allí había un disco", y ese disco era el segundo de la banda, Un hombre solo, de 1983. "Me compré un cuatro pistas Tascam recuerda el productor que era como un mueble bar y con eso nos fuimos al garaje de un chalet y ahí, con tres micros, grabamos esas cintas de trabajo que servían para ver cómo se puede avanzar. Pero no tienen la calidad de las grabaciones, no estaban hechas para enseñar".

Las canciones encontradas tienen letras diferentes a las que conocemos, "letras eventuales", las define Entrena, escritas por el guitarrista, Lars Mertanen, en lugar de por él mismo, que era el poeta del grupo. "He escuchado la canción Un hombre solo y tiene fuerza porque suena en vivo, pero son cintas privadas, muy personales, que todavía no sé si serán un valor añadido para la caja que va a editar Munster".

Hace dos años se publicaron las cintas de trabajo que el fallecido productor de Joy Division, Martin Hannett, guardaba en su casa con tomas falsas y ensayos en el estudio, momentos en bruto del mismo instante de la creación de un sonido que pasó a la historia. El material apareció oficialmente en un doble vinilo de 180 gramos, limitado y numerado a 1.000 copias. Eso es lo que el coleccionista desea y por lo que está dispuesto a pagar.

"Ahora parece que todo se hace en plan making of, para enseñar", es la pornografía de una era que lo necesita todo al instante, dominada por la inmediatez, "aunque en aquel momento no fueran más que herramientas de trabajo", señala Trinidad.

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