viernes, 25 de julio de 2008

Adquisiciones y papel

(La Filmoteca Española parece que se ha dado cuenta de el papel también es importante para el cine y ha adquirido importantes legados y colecciones de documentos. Ahora, sólo queda pedir que hagan públicas también sus adquisiciones cinematográficas, numerosas y hasta donde sé, interesantísimas)

La Filmoteca Española adquiere los archivos de importantes cineastas españoles

La Filmoteca Española, en su línea de actuación encaminada a recuperar y preservar el patrimonio fílmico de nuestro país, ha adquirido recientemente los archivos de varias personalidades del cine español, entre los que merecen destacarse los de Juan Antonio Bardem, Luis Alcoriza y José Francisco Aranda.

El Legado Bardem está compuesto de un considerable número de guiones, cuadernos de rodaje, notas, cartas, proyectos y los diarios personales del director. A través de estos documentos, se puede seguir la trayectoria profesional del cineasta, su trabajo y sus proyectos. Son especialmente interesantes las notas y planes de rodaje, que muestran la calidad y el minucioso buen hacer de Bardem y tienen un gran valor didáctico.

El Archivo Alcoriza se halla formado por series de fotografías profesionales y personales, documentos de producción, guiones, documentos oficiales, libros y notas personales sobre diferentes cuestiones. La colección muestra las múltiples facetas de Luis Alcoriza, desde la de actor a la de guionista y aporta información inédita sobre diversas personalidades de la historia del cine, entre otros Luis Buñuel.

El Legado Aranda, generosamente donado a la Filmoteca Española por sus herederos, consta de artículos y escritos originales de este crítico e investigador, correspondencia y entrevistas con las personalidades más relevantes del cine de su época y una excelente colección de fotografías. La Filmoteca Española publicará en breve un libro dedicado a la figura y obra de Aranda, basado en los documentos de su archivo.

Otro conjunto notable es la llamada Colección Ardavín. Se trata de más de medio centenar de carteles, de gran singularidad, diseñados e impresos en España entre 1915 y 1929, que permiten trazar un recorrido histórico a través de la evolución de los primeros tiempos del cine en nuestro país. La escasez de este tipo de documentos hace que el repertorio sea especialmente interesante.

Otras adquisiciones
Con objeto de incrementar los fondos de la Colección Museo del Cine, la Filmoteca Española ha adquirido también una colección de figurines del conocido diseñador Manuel Comba, quien realizó gran parte del vestuario del cine español de las décadas de los cuarenta, cincuenta y sesenta del pasado siglo.

Asimismo, la Filmoteca ha adquirido a la Librería Anticuaria Astarloa, de Bilbao, un excepcional conjunto de objetos pre-cinematográficos y cinematográficos, que constituye uno de las más importantes incorporaciones de los últimos tiempos a la colección museística de este Centro, con valiosísimos materiales como cámaras y proyectores, daguerrotipos, sombras, vistas ópticas o una nutrida muestra de placas para linterna mágica, además de algunas piezas muy especiales, como un Gramófono Pathé con dos brazos.

martes, 8 de julio de 2008

Tesoros europeos

Todos estamos de enhorabuena, todos. Los que quieren ser Langlois y los que quieren quemarse las pupilas viendo cine. Los que aman eso que se llama cine viejo, y los que ponen la voz en el cielo por la preservación del patrimonio.

Se ha creado y se ha lanzado la página web www.europafilmtreasures.fr un portal donde las cinematecas europeas ponen sus tesoros a relucir haciéndolos accesibles a todo el mundo. En esta página web se podrán ver desde cortos de Segundo de Chomón hasta uno de los primeros western de John Ford “Bucking Broadway” pasando por cine de animación de todo tipo o la primera película de ficción hecha en Macedonia. La calidad del streaming es muy buena.

Además de eso, y porque las cosas buenas se hacen bien hasta el final, la página se puede navegar en cinco idiomas, ¡incluyendo el castellano! Y tiene una sección de noticias donde iremos sabiendo de descubrimientos de bobinas en arcones polvorientoso en mercadillos de lance de ciudades ignotas.

Obviamente, no podría ser de otra manera. Los responsables de este sitio web son los de Lobster Film, con el amable (y afable) Serge Bromberg a la cabeza. Lobster Film quizá sea la institución europea (y no olvidemos que es una empresa privada, es decir que realiza su servicio público sin recibir dinero de ningún estado) que más ha hecho por la restauración y preservación de cine mudo, pero también por su difusión. Las noches “Retour en flammes” son inolvidables. Nunca olvidaré la sesión que sobre el cómico Charlie Bowers presentó Bromberg en Madrid. Genial el descubrimiento y genial la pasión que mostraba hablando de sus pesquisas.

La Filmoteca Española, cosa extraña, participa también en este proyecto, eso sí con sólo tres películas. Una de ellas, “Tempestad en Barcelona” es increíble. Las otras dos son la nunca suficientemente alabada “El sexto sentido” de Nemesio Sobrevila y “Barcelona en tranvía” de Ricardo de Baños. Esperamos que esto vaya a mayor, porque el Ministerio de Cultura confirmó hace poco la digitalización de los fondos de la Filmoteca para su visionado en Internet.

Mientras tanto, perdamos una semana navegando por esta página. De verdad, es lo mejor que pueden hacer para su propio placer.

domingo, 15 de junio de 2008

Langlois, siempre Langlois



Pienso que todas las Historias del Cine (y todas las historias de cine) deberían comenzar trazando la biografía de Henri Langlois. Sin Langlois no hubiesen existido Godard o Truffaut, Wenders o Jarmush. Pero tampoco hubiesen existido Murnau o Feuillade, Tod Browning o Abel Gance. Langlois dio vida a celuloide caduco. Supongo que un visionario también es aquél que sabe mirar al pasado, hacerlo presente. Langlois nos enseñó a mirar desde la sala de una cinemateca que nunca hemos pisado.

Si me dan a elegir entre Lumiere o Melies, yo lo tengo claro: yo quiero ser Langlois, pero sin sobrepeso.

viernes, 30 de mayo de 2008

Grandes noticias partidas por la mitad


He recibido con gran alegría la siguiente noticia:


La Filmoteca de Catalunya pone en marcha un proyecto de digitalización de la filmografía de Antoni Padrós


El Archivo de la Filmoteca de Catalunya ha puesto en marcha un proyecto de digitalización de la filmografia del cineasta Antoni Padrós. El objetivo que se persigue es obtener una copia en soporte Betacam Digital de los filmes de este autor, rodados originariamente en película de 16 mm., para que puedan ser visionados en formatos actuales, contribuyendo a facilitar su difusión.

Entre los fondos de la Filmoteca de Catalunya existe un numeroso grupo de películas, como las de Antoni Padrós, que, por sus características de producción, han quedado obsoletas desde el punto de vista técnico. Se trata de negativos originales en 16 mm. montados por el sistema denominado "A y B". Este sistema, bastante complejo, colocaba los planos pares en un rollo A, y los planos impares en un rollo B. En cada rollo se sustituía con cola negra la ausencia de los planos que se encontraban en el otro, y la superposición de los dos rollos, en el momento del tiraje de copias, evitaba que quedara impresa en la copia la costura de unión entre un plano y el siguiente. Actualmente, no se posible obtener copia cinematográfica de negativos montados en "A y B" en ningún laboratorio convencional, lo que dificulta o impide la difusión de estas obras.

En lo que va de 2008 se ha iniciado este proyecto con la filmografía de Antoni Padrós, de quien ya se han digitalizado Alice Has Discovered the Napalm Bomb (1968), Dafnis y Cloe (1969), Pim, pam, pum, revolución (1970), Ice Cream (1970), Swendenborg (1971), ¿Qué hay para cenar, querida? (1971), Els porcs (1972), Lock-Out (1973) y Shirley Temple Story (1976), películas en las que también se han realizado trabajos de corrección de color, de sonido y de etalonaje, así como tareas de reconstrucción en los casos necesarios. Tras la obra de Padrós, seguirán el mismo proceso, según la Filmoteca de Catalunya, otros materiales que presentan los mismos inconvenientes técnicos, tales como algunos títulos de Helena Lumbreras, Joaquim Jordà, Francesc Bellmunt, y otras producciones de los años 60, 70 y 80.

Y la he recibido con alegría porque todo lo que sea restaurar cine me conmueve. Y cuando ese cine es español, marginal y escondido, las lágrimas se me saltan. La próxima restauración de la obra de Helena Lumbreras (creadora junto a Mariano Lisa del Colectivo de Cine de Clase) también me llena de alborozo, pero… ¿hasta qué punto esto significará mayor difusión para la obra de estos creadores? Muchas veces se olvida, u olvidamos, o simplemente no se sabe, que el principal objetivo de una Filmoteca, más allá de la preservación, restauración y catalogación del patrimonio fílmico, debe ser dotar de vida a ese mismo patrimonio. Acercarlo a la gente. Difundirlo. De nada valdrá que las obras de Antoni Padrós estén restauradas, etalonadas y puestas a punto, si ello no conlleva una proyección pública, una circulación exhaustiva, una difusión óptima. Porque la obligación de cada película es encontrar su público. Y porque la de cada cineasta es encontrar su propia tradición. Y en la triste historia del cine español nos han privado de tradición. Aquéllos que hemos querido encontrar referentes en nuestro cine no hemos podido, por la sencilla razón de que no hemos podido ver esas obras (escondidas, almacenadas, polvorientas) que nos podrían haber iluminado.

Siempre he pensado que el cine español necesita una urgentísima relectura histórica, una elaboración de un nuevo canon que premie los márgenes y que ponga en su justo –y honroso, nadie lo niega- lugar a los Manuel Gutiérrez Aragón y Carlos Saura de turno. Y esa función la deben hacer, entre otros claro pero sobre todo, las Filmotecas, abriendo sus tesoros, mostrándolos, dándoles el valor que se merecen, más allá de lecturas históricas (o lo que es peor, historicistas), políticas o patrióticas. Y esto empieza por la restauración, por supuesto. Pero no puede acabar ahí.

Quizá sea pedir demasiado. A mí me parece que es no dejar las cosas a medias.





jueves, 22 de mayo de 2008

Los Menéndez-Pidal

(Como prólogo a lo que me gustaría fuese una serie, y como respuesta a algunas cuestiones planteadas por Bremaneur, exhumo un artículo que publicó el ABC hace unos años sobre Gonzalo Menéndez-Pidal y su archivo, artículo que, obviamente, me hizo la boca agua. Más adelante, desarrollaré las reflexiones que la relectura de este artículo me suscita)

El tesoro escondido de Menéndez Pidal

Rosa María Echevarría

(ABC 21-12-2003)

Gonzalo Menéndez Pidal, hijo del eximio políglota, atesora un archivo increíble, perfectamente organizado, en el que se reúne una colección inaudita de alrededor de mil películas, registros sonoros, antiguas máquinas de fotos y todo tipo de artilugios.

En San Rafael, subiendo hacia el Puerto de los Leones, Gonzalo Menéndez-Pidal tiene su maravilloso universo entretejido en la fascinación de la infancia. Con sus 92 espléndidos años rebosantes de sentido del humor, paseando con su chaqueta austríaca y sus pantalones de pana, nos muestra cada rincón, cada tesoro, mientras se ríe de su sombra y de la nuestra al mismo tiempo. Por todas partes aparecen fotos de intelectuales ilustres en versión doméstica, es decir, en la proyección más humana de la vida, obtenidas por él mismo.

Atesora un archivo increíble, perfectamente organizado, en el que se reúne una colección de alrededor de mil películas, registros sonoros, antiguas máquinas de fotos y todo tipo de artilugios. Desde la cámara Kodak modelo 96 de 1891 con la que en 1900 su padre dejaba constancia gráfica de sus investigaciones, al recibo de «La fonográfica madrileña» por la compra de un fonógrafo que, en 1906, adquirió don Ramón para registrar canciones tradicionales en sus cilindros de cera. «Para fotografiar documentos, mi padre utilizaba, a modo de fotocopias, una cámara de 18 x 24 cm con chasis para rollos de papel. Como le acompañaba en muchos viajes, desde que fuí muy pequeño me aficioné a la fotografía. Mi madre recordaba que le escribía diciendo: Esa foto la «enfocé»».

Y junto a un precioso anuncio metálico del Ministerio de Instrucción Pública colocado sobre una puerta que corresponde a la «Escuela Nacional de Niños» y el rótulo de una calle dedicada a a don Ramón Menéndez-Pidal, se puede leer con letra infantil a la entrada de un pequeño laboratorio fotográfico: «Cierren la puerta que se escapa la oscuridad», una antigua obra maestra de una de sus nietas.

Opina don Gonzalo que en su vida han sido las mujeres las que han tenido plenitud de poderes. «Quienes han mandado en mí han sido mi abuela, mi madre, mi mujer, mi hija, mi nieta y ahora mi biznieta Ana de ocho años que es una niña tirana». Su madre, María Goiri -que según cuenta, tiene una calle en Algorta-, ha sido un personaje extraordinario. Los académicos aseguran que Ramón Menéndez-Pidal pudo llegar a ese nivel gracias a tenerla a ella a su lado. ¿Cómo era en la intimidad? «Yo la consideraba muy normal, pero con el tiempo me fui dando cuenta de que era excepcional. Ella era la que le proporcionaba todo a mi padre, porque leía en inglés, alemán, italiano, latín... Leía continuamente y siempre tomaba notas que mandaba a personas lejanas a las que sabía que les interesaba ese tema».

En sus estudios fue su madre la que ocupó un papel determinante. «No sólo se ocupaba de las letras, comenta, sino también de las matemáticas que para mí fueron fundamentales. Con mi padre la relación era muy normal y no creo que me haya castigado nunca». A veces le acompañaba en sus viajes de trabajo. «Recuerdo aquellos trayectos a caballo por Asturias preparando trabajos de lingüistica, de pueblo en pueblo, hablando con la gente, recogiendo canciones. Eso sí que lo he heredado, porque a mi mujer le sorprendía, por ejemplo, mi capacidad de entenderme en los Alpes con los campesinos».

En la Institución Libre de Enseñanza, la corporación de antiguos alumnos organizó una exposición con las fotografías de don Gonzalo, que después se publicó con el título: «El pequeño mundo en que me tocó vivir» y donde existe constancia gráfica de divertidas historias. «Aquí está una foto de Zubiri, manifiesta con regocijo. Cuando se la hice, no le gustó, pero después en un banco publicaron dos tomos con sus obras y él pidió que fuera esa foto, pero yo me opuse por esa razón. Así que fuimos al banco, donde Muñoz Rojas había organizado el encuentro. Coincidí con Zubiri en el antedespacho y pensé: ¡Ahora verás lo que vas a pasar! Total que empezamos a hablar y a hablar dando rodeos, pero hasta que él no me la pidió expresamente, no se la di».

En otra foto aparecen en el aeropuerto de Barajas en el año 72, su mujer, Elisa, junto a Neruda, Luis Rosales y Luis Felipe Vivanco. «Neruda pasó por Madrid y los que habían sido sus amiguetes organizaron un encuentro en la sala de tránsito, pero la policía no nos dejó entrar. Cuando mostré el pasaporte, uno me dijo: «¡Ah! ¿Estuvo en los años 30 en el Instituto de Soria?». Le contesté que sí, espantado... «Usted me examinó y me dijo: Literatura sabes muy poco, pero como sabes historia, te apruebo». Así que nos permitió pasar a todos y pude hacer esas fotos».

Don Gonzalo es el propietario de auténticas joyas. Tiene tres horas de imagen y sonido de Alberti, de Baroja y de muchos otros personajes y nos muestra fotos de su mujer Elisa, que fue compañera de clase, tan joven y tan bella en el año 34 y de su abuela Amalia Goiri.

Su cuñado Miguel Catalán es el que le hizo despertar un apasionado interés por la física, ya que él era un científico de primer nivel en el campo internacional, dedicado a la física atómica. «Esa foto de la pared es un cráter de la luna que lleva su nombre, muestra con orgullo. Además de su enorme simpatía tenía el don de saber explicar la estructura del átomo a un niño de tres años. Y en esta otra foto aparece en el 32 con Albert Einstein y con Pieter Zeeman».

Cuando acabó el bachillerato, por razones burocráticas don Gonzalo no pudo ingresar en la universidad. «Así que mis padres me metieron en un tren y me mandaron a Alemania. Yo no sabía decir ni una palabra y acabé en una granja de Baviera. Tenía 17 años y mi trabajo consistía en preparar el pienso de las vacas, pero cuando fui a estudiar a Münich, cada vez que abría la boca, se escandalizaban. ¡Eso no se dice! Y es que yo hablaba como las vacas».

Después estudió en Madrid Filosofía y Letras y en la guerra civil vivió de cerca en los dos bandos aquel trágico baile de la muerte mientras las cenizas cubrían el horizonte de sus 25 años. Justo en el 36 se había casado con Elisa. «Fuimos novios dos años antes y nos casamos entonces. Habíamos sido compañeros de clase en la Universidad. Durante la guerra la familia estuvo también partida, recuerda. Mi madre, primero en Segovia y luego en Salamanca, y mi padre salió por Cádiz a Cuba y a EE.UU. Después estuve de profesor en Institutos de Soria y de Madrid y trabajé en el extranjero, en Canadá, EE. UU. y en muchos sitios, hasta en Argelia».

Considera fascinante la experiencia de la enseñanza, porque según dice, «he aprendido mucho de mis alumnos. Conservo recuerdos maravillosos y lo mismo les sucede a ellos». También ha vivido momentos entrañables en la Academia de la Historia en la que ingresó en el 55 y donde se encontraban personajes tan diferentes como un Gómez Moreno o un Julio Caro Baroja. «Julio Caro era increíble. Estábamos en una sesión y me decía: «Mira, de todos los que estamos aquí, el más vivo es el fraile». Se refería a un retrato de Goya que es impresionante. Luego nos íbamos a su casa en Alfonso XII y de vez en cuando se le oía murmurar y contaba cosas divertidísimas. En Vera del Bidasoa había un acordeonista que tocaba en las fiestas. Al volver de una de ellas, le preguntó: «¿Qué tal ha resultado este año?», «Pues ya ve, nos hemos divertido un 32 por ciento menos». Y ahora veo en los periódicos al acordeonista unas 500 veces al día».

También posee una foto de Trotsky-¡no somos nada!- trabajando en una película en Hollywood de extra en 1916, observando con cierto escepticismo a Clara Kimbal Young que junta las manos arrobada mirando hacia lo alto. «Los propios comunistas le perseguían, comenta y en Hollywood hizo dos o tres películas».

En la pared aparece el cartel de una película de Geraldine Chaplin, «Los ojos vendados», donde don Gonzalo iba a interpretar el heroico papel de fusilado. «Estuvo aquí Geraldine, explica, porque me trajo películas inéditas de su padre y me convenció para que lo hiciera. Me habían confeccionado incluso un chaleco especial, pero al final no tuve tiempo».

Sin embargo, el mayor orgullo de don Gonzalo es una placa de plata en la que le nombran «Gabarrero de honor» del municipio de El Espinar. «Los gabarreros son los que arrastran los troncos de árboles y estoy entusiasmado con este título». Después nos enseña un cuadro colgado, una vanguardista composición geométrica de puntos y rayas. «Es bonito, ¿verdad?. Era un papel que utilizaba para ver si funcionaban los bolígrafos». Ahora el sol se abre camino entre la dimensión de las nieblas, proyectando la figura de este muchacho de 92 años que ha sabido sembrar la vida con las luces prodigiosas de la sabiduría y del humor.

Después del excelente libro que acaba de publicar «Hacia una nueva imagen del mundo», don Gonzalo tiene nuevos proyectos. «Se va a editar enseguida un libro pequeñito que es más divertido que los otros, donde cuento muchas anécdotas pero que son trascendentes para la historia del mundo, ya que aquí hablan lo que no hablaban en público. Tiene el nombre de «Papeles perdidos». Se cuenta, por ejemplo, como el general Martínez Campos libró a Baroja de la muerte y tengo todo esto registrado en cintas».