lunes, 25 de agosto de 2008

La maleta perdida (II)

por Juan Villoro


A mediados del 2007, Richard Whelan, biógrafo de Capa, y directivos del ICP (Centro Internacional de Fotografía) de Nueva York informaron a Trisha Ziff que los negativos de Gerda Taro, Robert Capa y David Seymour estaban en México. Ziff era la persona idónea para entender los motivos del ICP y los de Benjamin Tarver, quien custodiaba el material desde 1992. Su trabajo en el campo de la fotografía está acreditado por numerosas exposiciones, años como editora gráfica en el Independent de Londres y la película Chevolution, sobre la foto más reproducida de la historia (el Che retratado por Korda). Además, Trisha vive en México y conoce nuestra barroca cortesía, donde la palabra representa un compromiso provisional que debe ser ratificado por los dioses.

Tarver recibió los negativos como regalo de Graciela Aguilar, amiga de su madre. Durante tres años los guardó en un armario. En 1995 tomó un rollo y vio el rostro de Gerda Taro. ¿Quién era la hermosa mujer que interrogaba el tiempo con sus ojos? Esa imagen y la exposición de fotografías de la guerra civil que se presentó en México poco después lo convencieron de que las cajas contenían algo más valioso de lo que había supuesto.

Cuando Trisha entró en escena, habían pasado 12 años desde que Tarver mandó su primera carta a Estados Unidos para averiguar algo sobre las fotos. Durante ese tiempo, su relación con el ICP se había erosionado, y mientras más sabía al respecto, más difícil le resultaba actuar.

EL PESO DEL EXILIO
El ICP pidió a Trisha que intercediera. Quien conozca a esta promotora de cabello pelirrojo, amiga de Gerry Adams y entusiasta del arte que aún puede transgredir, sabe que vive para justificar la palabra determinación. Trisha pertenece al género de los exploradores que zarpan con una botella de champaña, seguros no solo de sobrevivir sino de llegar a la meta con ánimo celebratorio.

Este carácter depende de firmes convicciones. Una de ellas es la importancia del exilio. Desde que entró en contacto con el tema, Trisha vio los negativos como exiliados, el testimonio vivo de tres fotógrafos judíos muertos en acción. Taro cayó en España en 1939, Capa en Vietnam en 1954 y Seymour en Egipto en 1956. Para los tres, el fotoperiodismo fue una manera de documentar horrores que no debían repetirse, y la guerra civil significó para ellos una toma de partido. La fotografía comprometida a la que tantas veces aludirían sus seguidores, se forjó en ese tiempo. Taro llegó a la contienda con 26 años y Capa con 22. Al entrar en la casa de Trisha un cuadro llama la atención: un hombre corre, cargando una maleta. La emigración, los objetos que se empacan con urgencia, lo que se salva del naufragio, son temas decisivos para ella.

El ICP había encontrado a su enviada especial. Trisha me llamó a mediados del 2007 para hablar del tema. No sabía cómo localizar a Tarver, quien no aparecía en Google, ni en la guía telefónica. ¿Sería posible ubicarlo en una ciudad de 18 millones de habitantes y ganar su confianza?

Con la participación de Trisha, Whelan volvió a interesarse en los negativos faltantes. En el 2001 había publicado Capa: The Definitive Collection. ¿La obra estaría en verdad completa? Sus llamadas se volvieron más y más frecuentes, y de pronto ignoraron los horarios. A las cinco de la mañana, Trisha respondía que aún no tenía los negativos.

SIN INTERESES ECONÓMICOS
Desde un principio, ella evitó todo asunto monetario. No cobraría por la tarea ni le ofrecería dinero a Tarver. Su idea fija era recuperar los negativos y nada más. Cuando finalmente localizó al custodio del material, encontró a un hombre culto, que se había graduado en Historia en Estados Unidos y se dedicaba al cine. Tarver era alguien preocupado por el sentido moral de sus acciones (no quería beneficiarse con los negativos pero tampoco cometer un error con algo que consideraba patrimonio de la humanidad). Su interés en el tema se define en una frase: "No me interesa la propiedad de los negativos, me interesa su historia". Esto permitió llegar a una negociación: Tarver tendría los derechos para rodar un documental sobre los negativos y el ICP los integraría al acervo de Capa.

En diciembre del 2007 recibí un mail escueto: "Sherlock, tengo las cajas". Trisha actuaba como un detective que tenía la modestia de atribuir sus deducciones a un cómplice.

Vi el material en diciembre, antes de que Trisha lo llevara a Nueva York. La caja verde contenía fotos de Chim, entre ellas una larga secuencia de Federico García Lorca. En las otras cajas había imágenes del presidente Companys, la Pasionaria, el frente de Aragón. El resultado era mucho más significativo de lo que habíamos previsto.

SOLICITUD DE DISCRECIÓN
Trisha llevó el material a Nueva York y el 23 de enero nos reunimos con Tarver. "No quiero que mi nombre se asocie con esto", dijo con voz suave: "Lo importante son las fotos".Un gato saltó a su regazo.

Había demasiadas preguntas que hacerle pero él insistía en quedar fuera de la foto.

El gato ronroneaba en manos de Tarver. Recordé unos versos de José Emilio Pacheco: "Ven, gato, acércate / eres mi oportunidad de acariciar al tigre".

¿Podría acercarme a Benjamin Tarver?

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